"Una gota de pura valentía, vale más que un océano cobarde" Siempre gota a gota, eso es vivir. Feminismo y diversidad para mover el mundo

jueves, 4 de febrero de 2010




Otro resbalón del Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero. En pocas horas, se pasó ayer de una propuesta de elevar el cómputo o cálculo de la pensión de 15 a 25 años a una rectificación casi sobre la marcha. El Ejecutivo eliminó el párrafo en el que proponía incrementar el período de cómputo de la pensión de los 15 años actuales a los 25. Más allá de la bondad o no de este viraje –que ha sido recriminado duramente por CCOO, quizá como un nuevo aviso para navegantes moncloítas, después de la amenaza de huelga de ese sindicato a raíz de la jubilación a los 67 años-, lo cierto es que el papelón, con Bruselas en el epicentro del asunto, ha sido en esta ocasión demasiado espectacular como para no incluirlo, con mayúsculas, en la racha negativa que parece haberse apropiado del Gobierno.
Tiene razón el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda. No dijo el martes ninguna impertinencia, ni ninguna estolidez. Ni soltó ninguna ocurrencia banal. Aconsejó simplemente a Zapatero que en el mes de julio mueva algunas piezas del tablero gubernamental y que recorte el número de ministerios y altos cargos. Barreda se limitó a subrayar en voz alta lo que muchos dirigentes socialistas y muchos militantes de base o, sencillamente, votantes y simpatizantes piensan. Esperan un gesto de firmeza, visible, que marque el rumbo hacia la victoria y no hacia la derrota electoral. Para ello resulta imprescindible que alinee a los “mejores y más eficaces” políticos/as en su Gobierno.

Cuando termine el mandato europeo de Zapatero, o la crisis económica ha empezado a cambiar, por fin, en sentido irreversiblemente positivo o, si seguimos estando como ahora estamos -sino peor-, Zapatero debería dar un fuerte golpe de timón que transmita a la ciudadanía una sensación de solidez, de confianza y de coherencia respecto al Gobierno. Pero, a la vista de cómo se halla ahora Estados Unidos, que es la primera potencia del mundo, los augurios no invitan al optimismo. Sus dos periódicos más prestigiosos –The New York Times y The Washington Post- coincidían el otro día en un diagnóstico muy sombrío porque la crisis da la impresión de que no sólo no camina hacia su final, sino de que vuelve con renovados e inquietantes ímpetus.
En todo caso, ha de quedar bien claro que Zapatero no es el culpable de la crisis, por mucho que se empeñen cada día los populares -encabezados por José María Aznar y Mariano Rajoy- en difundir de forma demagógica lo contrario. Pero sí es el responsable de que el Gobierno funcione adecuadamente, coordinadamente, y de que haga llegar a los ciudadanos la verdad de cuanto está ocurriendo para bien y para mal. Sin embargo, sucede que Zapatero –como el coronel de la novela de Gabriel García Márquez- no tiene o apenas tiene, quien le escriba.

O, mejor dicho, el Gobierno socialista carece de relato que llegue con holgura y precisión a la inmensa mayoría de unos ciudadanos que se sienten atemorizados y huérfanos. En época de bonanza las ausencias mediáticas son más soportables. Pero en tiempo de tribulación tales ausencias puedan acabar siendo letales para los gobernantes. Zapatero ha dado la espalda, deliberada o indeliberadamente, a las estrategias de comunicación y ha hecho experimentos arriesgados y, de hecho, enormemente peligrosos y hasta nefastos. Ha jugado a la confusión mezclando churras con merinas. O mundos con países, por ejemplo. No se ha fiado de los leales y ha preferido a los cortesanos, acostumbrados a servir a reyes diversos. Abrir su etapa presidencial dejándose entrevistar, como así hizo, en primer lugar por Pedro J. Ramírez y luego, en segundo lugar, en la COPE, por Federico Jiménez Losantos, explica muchas cosas y muchas equivocaciones. La frivolidad -en determinados ámbitos singularmente sensibles- conduce al descontento y a enviar mensajes equívocos a la sociedad.

Zapatero tiene, por fortuna para este país, tiempo que le permita corregir ciertos errores y conseguir que los valores progresistas no se diluyan hasta entregar a la derecha extrema –que eso es mayoritariamente el PP- la llave del Gobierno. Está en sus manos todavía vencer a la derecha y continuar avanzando en defensa de las libertades civiles y en defensa de los más débiles. Pero en estos momentos se encuentra en sus momentos más bajos y más cercanos al desastre electoral. Puede y debe reaccionar. ¡Ojalá lo haga!
"Articulo de Enric Sopena, Director del Plural con el que estoy totalmente deacuerdo, excepto la foto que es aportación mia, y espero que al final sea un MAL RECUERDO"


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